Su nombre es Oksana Aleksándrovna Chusovítina y con 46 años representó a Uzbekistán en la edición de Tokio 2021 en lo que fueron sus últimos Juegos Olimpicos.
Oksana tiene 46 años y compitió por octava vez contra las mejores del mundo en su categoría de Gimnasia Saltos. Participó por primera vez en Barcelona 1992 obteniendo la medalla de oro para la Comunidad de los Estados Independientes, un equipo que contaba con atletas de Rusia, Belarús y Ucrania.
En Tokio 2021 cuando vió que no clasificó, se despidió ante las cámaras y dibujó un corazón. Los jueces, sus compañeras y todos en le pabellón la ovacionaron de pie.
Pero, ¿Por qué su historia nos conmueve tanto?
Oksana abandonó su actividad deportiva cuando fue mamá de un niño. Sería una de las pocas atletas que regresó a la competencias de alto nivel luego de la maternidad, al igual que la cubana Leyanet González, la soviética Larissa Latynina, la neerlandesa Suzanne Harmes y la española Thais Soha-Escolar.
Pero una difícil enfermedad sería detectada en su hijo de tres años. La leucemia llevaría a la gimnasta uzbekistaní a mudarse a Alemania a ganar dinero para costear los gastos para que se recupere su niño. Vendió todo, pero no alcanzaba para enfrentar la situación, así que su vuelta a su pasión por la gimnasia le permitió ganar visibilidad para reunir fondos.
Así fue como Pekín 2008 y Londres 2012 lo ganó bajo la bandera alemana.
Hoy regresó a Tokio 2021 bajo los colores de su país de origen.
Su hijo hoy tiene 22 años y logró superar la leucemia.
